Qué hacer si mi hijo tiene celiaquía, consejos y sugerencias para niños

Marta Barjola

Actualizado el 14/11/2023 a las 13:30

La celiaquía es una enfermedad con base autoinmune en la que pueden llegar a verse afectados muchos de los órganos del cuerpo. Es decir, en el caso de una persona celiaca, su sistema inmunitario obliga a que sus defensas trabajen contra el gluten que ingiera, provocando que se dañen tanto las mucosas como las vellosidades intestinales, que son las encargadas de absorber los nutrientes de los alimentos.

Si una persona celiaca no recibe un diagnóstico a tiempo o si, una vez habiendo sido diagnosticada, sigue tomando gluten, estas vellosidades intestinales continuarán atrofiándose hasta un punto de no retorno. Como los síntomas son muy diversos y pueden afectar a distintos órganos del cuerpo, no solo los relacionados con el sistema digestivo, es importante comenzar la dieta sin gluten estricta desde el primer momento y seguir siempre el consejo del médico especialista.

Síntomas más frecuentes en niños

La sintomatología de la enfermedad celiaca es muy diversa, pero en el caso de los niños los síntomas pueden estar muy relacionados con el crecimiento (aunque hay muchos otros). En el caso en el que haya algún tipo de trastorno del crecimiento tal como baja estatura, pérdida de peso, atrofia muscular, palidez o pelo muy fino, podemos estar ante un posible caso de celiaquía (que deberá confirmar siempre un médico). Otros síntomas relacionados con el sistema digestivo pueden ser vómitos o diarreas frecuentes, niveles de hierro bajo persistentes, dolor abdominal o flatulencias. Además de estos, la dermatitis herpetiforme es una consecuencia directa de una alergia o de una intolerancia al gluten, así como la irritabilidad o el mal humor (causados en su mayoría porque el niño no se siente bien y no sabe explicar exactamente qué es lo que le ocurre).

Que la sintomatología de la enfermedad celiaca, especialmente en los niños, sea tan diversa provoca en numerosas ocasiones que los médicos de atención primaria tarden demasiado tiempo en sospechar de esta alergia o intolerancia o que, incluso, no lleguen a diagnosticarla nunca.

Mi hijo tiene estos síntomas, ¿qué hago?

En el momento en el que pueda haber sospecha de una posible enfermedad celiaca en un niño, lo primero que se suele hacer es una analítica de sangre en la que se investigarán los niveles de diferentes anticuerpos propios de una alergia o intolerancia al gluten, las antitransglutaminasas y otros componentes de la sangre. En el caso en el que den positivos lo lógico es pensar que puede haber una enfermedad celiaca y, como consecuencia de ella, una atrofia de las mucosas y vellosidades intestinales de las que hablábamos más arriba. Por lo tanto, para confirmar el diagnóstico y comprobar el grado de atrofia en el que pudiera estar el niño con síntomas de celiaquía, lo usual es realizarle una biopsia intestinal.

Es muy importante que el niño llegue tanto a la analítica de sangre como a la biopsia intestinal con su dieta habitual. Es decir, a pesar de las posibles sospechas de celiaquía, es muy importante no retirar todavía la ingesta de gluten, ya que, si el niño dejara de tomarlo, comenzará a sentirse mejor antes del diagnóstico, los niveles de los anticuerpos en sangre bajarán y la biopsia dará como resultado un falso buen estado del intestino. Con lo cual, el médico no podrá diagnosticar de manera verídica una enfermedad celiaca y el problema continuará sin haberlo descubierto.

Mi hijo es celiaco, ¿y ahora qué?

En primer lugar, urge la retirada del gluten de la dieta del niño. Actualmente el mejor tratamiento y más efectivo contra la enfermedad celiaca es la no ingesta de gluten por parte del paciente. Habrá que cambiar la dieta, los hábitos alimenticios y las costumbres en casa con el objetivo de que ese niño no ingiera absolutamente nada de gluten especialmente durante los primeros meses desde el diagnóstico. De esta forma, su cuerpo podrá ir recuperándose poco a poco de todo el daño que le haya podido hacer el gluten desde la aparición de la alergia o la intolerancia hasta el diagnóstico. Más adelante será el médico el que decida si puede relajar la dieta o si, por el contrario, debe hacer continuamente una dieta estricta sin gluten.

Además de esto, una vez diagnosticada clínicamente la enfermedad celiaca en el niño, el siguiente paso depende en gran medida de los síntomas que le hayan llevado a ella. Es decir, no es lo mismo tratar a un niño que ha tenido diarreas o vómitos, que al que ha tenido un retraso en el crecimiento o que al que ha tenido una dermatitis.

En el caso de los síntomas muy relacionados con el sistema digestivo tales como diarreas, vómitos, dolores abdominales o niveles de hierro en sangre bajos, la sola interrupción de la ingesta de gluten hará que desaparezcan estos síntomas en no demasiado tiempo. Como era el propio gluten lo que ocasionaba todos esos síntomas, en el momento en el que ya no hay gluten en el cuerpo dejan de existir los síntomas y la mejoría es notable en cuestión de días en la mayoría de los casos. Para los niños que han tenido síntomas no relacionados aparentemente con el sistema digestivo, será el médico especialista el que trate de manera individual cada uno de esos síntomas. Por ejemplo, el que ha descubierto su enfermedad celiaca a través de una dermatitis herpetiforme, además de no comer nada de gluten deberá tratar la dermatitis con cremas, corticoides o con lo que le indiquen tanto el dermatólogo como el médico digestivo.

Como al dejar de ingerir gluten el niño comenzará a sentirse físicamente mejor, también es muy probable que mejore su estado de ánimo, por lo que la irritabilidad y el mal humor tienden a suavizarse con el paso de los días.

Para el resto de los síntomas (retraso en el crecimiento, baja estatura, atrofia muscular…) deberá ser siempre el médico especialista el que guíe tanto al paciente como a su familia en la mejora de sus capacidades, ya que cada caso es completamente individual y no es posible generalizar un diagnóstico más allá del de dejar de comer alimentos que contengan gluten.

¿Qué alimentos llevan gluten y cuáles no?

El gluten es una proteína que se encuentra en cereales como el trigo, avena, cebada, centeno, espelta, kamut y triticale, así como en sus híbridos y en sus derivados. Como está presente en la semilla de estos cereales, mediante distintos procesos tecnológicos es posible retirar el gluten y poder ingerir esos alimentos, pero siempre deberá estar advertido en el etiquetado de cada producto si existe gluten o no en dicho alimento.

El recurso más sencillo para llevar una dieta equilibrada libre de gluten es tomar alimentos naturales, es decir, los que por su naturaleza no tienen gluten ni han entrado en contacto con ningún tipo de cereal. Estamos hablando de carnes, pescados, legumbres, verduras, hortalizas… En el caso de los productos elaborados es importante leer el etiquetado antes de consumirlo. Siempre que en los ingredientes haya alguno de los cereales arriba mencionados, el niño con enfermedad celiaca no deberá consumirlos. Es importante guiarse por los productos en los que aparezca el símbolo que indica la no presencia de gluten para llevar una dieta correcta con seguridad. Si en alguna etiqueta no hay alimentos que contengan gluten, pero tampoco hay una indicación clara de que no tenga gluten, nuestro consejo es que lo mejor es que el niño no tome ese producto, ya que podría haber habido algún tipo de contaminación cruzada durante el proceso de fabricación.

Así como dato, el gluten es la proteína encargada de la elasticidad y de la consistencia en las masas y en los panes, por eso los panes sin gluten se desmigajan más fácilmente.

Y ahora, ¿tengo que cocinarlo todo sin gluten?

Para el niño celiaco sí. Para el resto de la familia no es necesario. Es importante recalcar que a una persona que no tenga alergia ni intolerancia al gluten, la ingesta de gluten no le va a producir ningún tipo de daño.

Entrando en la organización en casa de una familia con algún miembro celiaco, es importante que los productos elaborados que no contengan gluten (pasta, pan, cereales, harinas…) estén en un armario separado. Es fundamental que el armario o la zona en la que estén los productos sin gluten no tenga ningún contacto con otros alimentos, así garantizaremos la no existencia de gluten en esa zona. Siempre que se vayan a utilizar esos alimentos habrá que hacerlo con las manos limpias y, si se van a manipular en alguna superficie de la cocina, esta deberá estar recién limpia siempre.

Los cubiertos con los que se vayan a tocar los alimentos sin gluten o los que vaya a utilizar el niño celiaco para comer es bueno lavarlos antes de utilizarlos. Ponerlos debajo del grifo unos segundos será suficiente.

Pongamos un caso práctico para verlo todo mejor. Uno de los hermanos del celiaco parte un trozo de pan en la encimera, lo que provoca que haya migas. Con toda su buena intención, las recoge para que no quede nada. Bien hecho. Si esta acción se repite una y otra vez durante muchos días, antes o después irán entrando pequeñas migas en los cajones que haya por la zona (el de los cubiertos, por ejemplo). Por eso, cuando la persona celiaca quiera coger alguno de esos cubiertos, deberá quitarle el posible gluten que tengan enjuagándolos brevemente con agua.

Pongamos otro caso. Es muy común que haya un trapo de cocina al alcance de cualquiera en todas las casas. Si ese trapo lo utiliza alguien para quitarse algún resto de harina que tenga en las manos y después lo utiliza el niño celiaco para secarse, hemos provocado que al final haya gluten en las manos del niño con celiaquía.

Por todo ello, y sin que cunda el pánico, lo fundamental es que siempre se manipulen los alimentos sin gluten en superficies limpias y con instrumentos limpios y que la dieta se base siempre que sea posible en alimentos naturales o productos que especifiquen la no existencia de gluten entre sus ingredientes.

Un último consejo

La aparición de la enfermedad celiaca, especialmente en el caso de los niños, suele ser un cambio de vida muy brusco por sorpresa. Desde aquí queremos transmitir tranquilidad. Cada vez hay más productos sin gluten y más establecimientos que los proporcionan, hay asociaciones de celiacos en cada comunidad autónoma, hay médicos especializados… Una vez pasado el primer susto frente a la enfermedad celiaca, la vida sigue completamente normal. Solo hay que aprender a vivir con unas pequeñas variaciones en la dieta, pero el niño podrá seguir saliendo a comer fuera de casa, podrá viajar, podrá ir a los cumpleaños, podrá hacer exactamente la vida que llevaba antes, pero sin gluten.

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Escrito por: Marta Barjola

Consultora senior de comunicación, Experta en seguros de coche, moto, salud, vida, decesos, autónomos y empresas. Técnico de Marketing y Comunicación Interna y externa, periodista y comunicadora. Más de veinticinco años de experiencia, los últimos, con clara orientación al cliente. Interés por los medios digitales, entusiasta y proactiva. Especialista en temáticas relacionadas con banca y seguros, redactora de post para blogs, entrevistas y reportajes. Apasionada por la salud y el mundo empresarial.

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